La dieta puede integrar contaminantes químicos: sustancias inicialmente no presentes en los alimentos que se incorporan a través de prácticas y/o actividades a través de la cadena alimentaria: plaguicidas, colorantes, conservantes, aditivos y otras sustancias químicas (aflatoxinas, policlorobifenilos, dioxinas, metales pesados, nitratos, compuestos orgánicos persistentes, etc.).

El mayor problema de los contaminantes presentes en la alimentación [26] es que no cambian ni el aspecto ni la mayoría de las características de los alimentos, impidiendo que la contaminación se reconozca a simple vista.

Tradicionalmente la obesidad se ha explicado como un desequilibrio del balance energético (consumo de calorías frente al gasto energético). Sin embargo, la dieta, la actividad física o la predisposición genética no pueden explicar por sí solos el incremento de obesidad y sobrepeso [59], [69], [70]. El aumento progresivo de producción y uso de compuestos químicos de síntesis está relacionada con el incremento de ciertas patologías de base metabólica y hormonal, como la obesidad y la diabetes.

El residuo de algunos pesticidas, plaguicidas y/o fungicidas en frutas y verduras (metil-mercurio, dioxinas, plástico, bisfenol A (BPA) ) están clasificados como carcinógenos y/o obesógenos [70] La OMS sugirió que ello podía ser atribuido a la exposición a los disruptores endocrinos que alteran el equilibrio hormonal, el desarrollo embrionario y efectos adversos sobre la salud de un organismo vivo, así como en su descendencia [71], [72][73].

 

Para saber más: Fernández, M.F. Patologías relacionadas con la alimentación. En: Salud y Derecho a la Alimentación. Bienestar, equidad y sostenibilidad a través de políticas alimentarias locales. Valladolid, España: Fundación Entretantos y Red de Ciudades por la Agroecología.

[26] «Manifiesto por una alimentación sana – Dame Veneno | Justicia Alimentaria». [En línea]. Disponible en: http://justiciaalimentaria.org/dame-veneno/manifiesto#top. [Accedido: 09-jul-2018].
[59] S. F. Weng, S. A. Redsell, J. A. Swift, M. Yang, y C. P. Glazebrook, «Systematic review and meta-analyses of risk factors for childhood overweight identifiable during infancy», Archives of Disease in Childhood, vol. 97, n.o 12, pp. 1019-1026, dic. 2012.
[69] V. S. Malik, W. C. Willett, y F. B. Hu, «Global obesity: trends, risk factors and policy implications», Nature Reviews Endocrinology, vol. 9, n.o 1, pp. 13-27, ene. 2013.
[70] Fernández, MF., López-Medina, JA., Mustieles, V., y Olea, N., «Obesogens: A new threat to public health?», Rev Salud Ambiental, vol. 1, n.o 17, pp. 93-99, 2017.
[71] Å. Bergman et al., «The Impact of Endocrine Disruption: A Consensus Statement on the State of the Science», Environmental Health Perspectives, vol. 121, n.o 4, abr. 2013.
[72] M. F. Fernández y N. Olea, «Disruptores endocrinos, ¿suficiente evidencia para actuar?», Gaceta Sanitaria, vol. 28, n.o 2, pp. 93-95, mar. 2014.
[73] P. F. Baillie-Hamilton, «Chemical Toxins: A Hypothesis to Explain the Global Obesity Epidemic», The Journal of Alternative and Complementary Medicine, vol. 8, n.o 2, pp. 185-192, abr. 2002.